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NOTA: Gracias, Dr. Gerardo Alfaro, para traducir esto en español.
Caballeros,
Esta mañana me desperté y ore por cada uno de ustedes por nombre.
Me imagino que su vida es como la mía. Parece provenir de una aventura a la otra, y frecuentemente una la aventura es una de peligro y tragedia. Sabemos, conceptualmente, que el lugar más seguro para estar es el centro de la voluntad de Dios. Sin embargo, la vida presenta dificultades, aun cuando seguimos a Jesús.
Los discípulos de Jesús experimentaron un ejemplo de esto en mateo 8. En el verso 18, Jesús les dijo a sus discípulos que pasaran al otro lado del mar de Galilea. Algunos decidieron quedarse atrás. Otros fueron fieles e hicieron lo que Jesús les dijo. En el verso 23, se dice que Jesús subió al bote, e inmediatamente "los discípulos le siguieron." Sin embargo, en el siguiente versículo, el bote se encuentra en medio "de una gran tormenta, y el la embarcación se cubre con olas."
¿Qué te parece? Sigues a Jesús, el Hijo de Dios, el salvador del mundo, y Jesús te guía hacia una tormenta!! Este no es el tipo del vida que los predicadores del evangelio de la prosperidad están predicando en televisión. No, la Biblia nos enseña otro paradigma: Sigue a Jesús, entra en la tormenta. Se un discípulo, él te manda, y la vida se apresura dentro de una tormenta fatal... Entra en el bote con el Hijo de Dios, vive en medio de una tormenta.
SI eres como yo, tu empezarías a gritar "Por qué Señor? Por qué este relajo? Por qué esta pasando esto? Esto pasa y luego aquello, y luego mi amigo le pasó esto, y entonces aquello ( y así sin parar). Se derrumbará todo en mi vida ahora? Por qué todo es tan difícil? Por qué está todo tan complicado? Por qué mi hijo no quiere? Por qué mi esposa hizo eso? Por qué lo hice yo? Señor estoy tan confundido y tan cargado y me siento inútil.. Señor, ayúdame! Me estás acaso escuchando? Estás despierto?
Entonces, mientras todo se desmorona, tu te desesperas. Tal vez no en lo exterior, porque como hombres, debemos ser sólidos y estoicos. Pero a dentro, el conflicto de la vida se convierte en el conflicto de nuestro corazón y mente. Y lloramos. Tal vez no con lágrimas, porque, como sabes, somos hombres y debemos ser sólidos y estoicos. Lo que significa que los conflictos internos solo se harán más grandes y deberán manifestarse de otra forma. Los conflicto del mundo de nuestro alrededor fácilmente se convierten en nuestros conflictos internos.
Así pues, como los discípulos, alcanzamos el punto donde vamos al Señor y tratamos de despertarlo. Como ellos, clamamos, Señor, sálvanos, nos estamos muriendo!! (verso 25). Y cuando dios no actúa inmediatamente, empezamos a dudar. Todo tipo de duda se atraviesan por nuestra mente: "Estás oyendo Dios? " Le importa a Dios? Tiene de verdad poder sobre esta vida? Porque permite él que todo esto me lleve de un lado para otro? Tiene sentido la vida?
Sin embargo, cuando llagamos al final de la soga, cuando ya no tenemos esperanza, pasa. Sí, pasa. Miramos a Dios una vez más, y como para sellar nuestra falta de fe, descubrimos que él nos está mirando directamente. Nos damos cuenta de que es real y que está vivo. Miramos que los ojos de Dios se fijan como un láser en nuestra situación. Y la pregunta sin sentido que teníamos encuentra respuesta. Escucha Dios? Por supuesto! El es omnisciente. El lo sabe todo. El sabe exactamente lo que pasa conmigo.
También notamos que sus ojos como láser, nos miran con amor. Algunas veces parece un amor cansado de mostrarnos que su forma de hacer las cosas es la mejor. Pero sus ojos nos miran con el amor más profundo que pueda haber. Ese es el amor que es la base de la creación y la redención. Y recordamos aquella pregunta rara que hicimos: Le importa a Dios? Sí, absolutamente!
Después, miramos detrás de esos ojos como de láser, y miramos que allí hay puro poder. vemos que dentro, atrás, arriba, antes y alrededor se encuentra el poder que creo todo lo que existe, que sostiene su existencia, le poder que hace que todo llegue a su propósito. El está en control. El mira la injusticia, pero ha estado esperando. Sí mira el dolor, pero se ha detenido. Sí él mira la muerte, pero ha estado pacientemente trabajando con su poder para lograr la solución perfecta. Y recordamos la tercer grupo de preguntas que ignorancia hicimos: Existe Dios? Tiene de verdad poder sobre esta vida?
Antes de que podamos seguir contestando las preguntas que antes nos hacíamos, Dios nos habla. Si, el Señor habla. Y, esta voz de consuelo y regaño nos dice: "Por qué tienes miedo, hombre de poca fe?" Ahora, como Tejano, eso duele!! Por que no hay nada pequeño en la vida de un Tejano! Excepto que aquí sí tenemos evidencia de nuestra fe pequeña. Pero, Jesús prometió que le podía tomar la fe tan pequeña como la de un grano de mostaza, y hacer algo grande de ella, no es cierto? Y así lo hace.
Mientras tratamos de entender qué significa todo esto, el Señor se levanta con su poder y con una sola palabra, le habla a la tormenta en nuestra vida, la regaña. Y el silencio es inmenso! El significado de aquella calma entra en ti con una claridad tan grande como la de una orquesta tocando con toda fuerza. Pero no hay sonido, ni movimiento. No hay nada más que tú, los otros discípulos y Dios. Tu y Dios. Todos los problemas se han desvanecidos. La tormenta se ha desaparecido. Y tu te das cuenta que él es real, que Dios el Señor, el Creador, el Redentor, el Padre que envió al Hijo, el Hijo mismo, y el Espíritu.
Y la paz desciende, y junto con los otros discípulos nos preguntamos qué pasó. En un momento, la tormenta nos abruma. Le clamamos a Dios e inmediatamente, notamos que Aquel que creíamos que no le importaba, o no quería ayudarnos, o no podía, ahora nos ha ayudado. Y nos maravillamos! "¿Quién es este hombre que aun el mar y el viento le obedecen?!!
Al reflexionar en este silencio, la verdad que el Padre le reveló a Pedro, se convierte en algo nuestro: Sabemos que este hombre, Jesús, es también Dios. El es el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Mis amigos, mis hermanos, mis con-discipulos. A Dios de verdad le importamos. Tu le importas. Le importa la tormenta en tu vida. Y él la calmará. Y en la calma, cuando venga, nos maravillaremos juntos.
Cuando era joven, un adolescente, pasé por una tormenta de depresión. Dios me consoló con Juan 10:10: "El ladrón viene a robar y a matar, pero yo he venido para que tengan vida y que la tengan en abundancia." Ese versículo me ayudó tremendamente en la más temprana y violenta tormenta de mi vida. Y ahora, al mirar todas las tormentas a mi alrededor, listas para dar contra mí y contra tí, he entendido que la vida abundante debe vivirse en la aventura de las tormentas. Lo único que tengo que hacer es entrar al bote con Jesús y mantener mi vista en él. El sabe todo y puede tomar inclusive mi pequeña fe y hacer algo grande con ella, aun a pesar de mi.
En Cristo,
Malcolm
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